El autobús chocó con otros vehículos en un puente importante de la capital guatemalteca y cayó por un barranco en la madrugada del lunes.

Al menos 53 personas murieron el lunes cuando un autobús que cruzaba un puente en Ciudad de Guatemala chocó con otros vehículos y luego se precipitó por un barranco, según funcionarios del gobierno.
El autobús quedó atascado en una zona de difícil acceso y sumergido en un río de aguas residuales. Se podían ver equipajes y artículos personales esparcidos por las orillas del río.
Se esperaba que aumentara el número de fallecidos a causa de la tragedia, dijeron las autoridades.
La fiscalía, que dio a conocer la cifra de muertos a través de un comunicado, dijo que estaba investigando el episodio, ocurrido hacia las 4:30 a. m.
Es posible que el conductor del autobús perdiera el control del vehículo debido a un fallo mecánico, lo que provocara un choque con otros dos vehículos, dijo Carlos Hernández, portavoz del cuerpo de bomberos de Ciudad de Guatemala.
Sin embargo, Hernández advirtió que la investigación seguía en curso. Los medios de comunicación locales publicaron imágenes de cámaras de seguridad del autobús, que parecía ir a gran velocidad justo antes de la colisión.
La noticia de la tragedia estremeció a la capital y desencadenó una frenética búsqueda de información en muchos hogares.
Cuando Jeison Galindo, de 23 años, estudiante de enfermería, se enteró que un autobús se había estrellado en la ruta que su suegro, de 57 años, toma todos los días para ir a trabajar como guardia de seguridad, intentó llamarlo, pero no pudo comunicarse.
Galindo afirmó que había visto en videos en Facebook a un hombre fallecido que se parecía a su suegro y cuya ropa coincidía. Posteriormente, Galindo corrió al lugar del accidente para determinar la suerte de su familiar.
El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, declaró tres días de luto nacional y ordenó al ejército que se movilizara y apoyara las labores de rescate. “Nos solidarizamos con las familias de las víctimas de esta tragedia, que hoy amanecen con una noticia que los desgarra a ellos, como familias, pero nos desgarra a nosotros, como nación”, dijo Arévalo en un discurso televisado al país. “Es un dolor nacional que lamento a título personal y lamentamos como gobierno de la república”.
El lunes por la tarde, horas después del choque, una periodista vio cómo sacaban 15 cadáveres de las profundidades del barranco en menos de una hora, y cómo los socorristas los llevaban en camillas cubiertas con lonas blancas. Los socorristas se movían con dificultad por la ladera empinada, y luego llevaron los cuerpos a una morgue provisional que se había instalado en una casa situada en una colina más arriba del lugar del accidente.
En el lugar se congregó una multitud de unas 200 personas, formada por familiares y amigos de las víctimas. Esperaban ansiosos noticias de sus seres queridos, algunos sollozaban y se abrazaban mientras veían pasar una camilla tras otra.
Rosa Amabilia García, de 47 años, miraba cómo los socorristas que tenía al frente transportaban los cadáveres. Buscaba a su sobrina y a los tres hijos de esta, de 10, 12 y 15 años.
La sobrina de Amabilia, Edna Mariela Martínez, de 28 años, tomaba todos los días el autobús desde las afueras de Ciudad de Guatemala hasta una escuela de la capital, donde trabajaba como maestra. Sus hijos viajaban con ella cuando el autobús se estrelló. Todos fallecieron.
Entre sollozos, Amabilia contó que acababan de informarle del fallecimiento de los cuatro familiares, y que solo esperaban que le entregaran los cuerpos.
En el exterior de la morgue provisional, los equipos de rescate habían pegado una larga hoja de papel verde neón con los nombres de las personas que habían muerto identificados hasta el momento. Los miembros de la multitud alzaban la cabeza, esforzándose por leer la lista. Cada vez que se añadía un nuevo nombre, la multitud emitía gritos de dolor.
Un grupo de monjas intentaba dar consuelo a los familiares y amigos de las víctimas, y ofrecieron sus oraciones.
Una vez identificados, los cuerpos se entregaron directamente a las familias para que los llevaran a las funerarias. Los cadáveres no identificados fueron trasladados a la morgue municipal, dijeron las autoridades.
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